Más allá de las distintas experiencias que uno atraviesa en lo que respecta a las relaciones de pareja, el amor en sí, como sentimiento puro, nace, brota y crece en uno mismo, a partir de que encuentra en el otro su razón de ser. El amor, al quedar desprovisto de todas las estructuras más formales donde uno lo va enmarcando y otorgándole un sentido, se convierte en una especie de paria, de huérfano.
Visto así, se presenta como una consecuencia de los actos que las personas realizan, y no como el motor, como el motivo fundacional y fundamental que conduce a la realización de dichos gestos o actos, que reflejarían esos sentimientos en la práctica. Es lo mismo hacer algo con amor, que hacer algo por amor?
El amor tiene que ser el fin y el medio. El amor como un puente para llegar al otro, pero parados desde esta postura de retroalimentar, apoyar y sustentar al sentimiento, con una práctica más empírica si se quiere.
Naturalizarlo, defenderlo y sentirnos dichosos de saber que con un beso, una sonrisa, o una caricia, podemos construir puentes que nos pueden llevar a lugares hermosos. Lástima, venimos tan mal acostumbrados que a veces ni nos damos cuenta de que un “simple gesto”, como un beso, es la representación viva del amor, la recreación real del amor en estado puro… aquí, allá, y en todas partes.
Pintura:
Adolphe William Bouguerearu
A young girl defending herself against eros
Muy lindo lo que escribiste, es algo que siempre te gusto, me encanta tu proyecto!!
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